La habitación donde se sazona la vida

Alrededor del periodismo, en todas sus versiones, ha pululado el desarrollo tecnológico. En muchos casos, expulsando, en otros incluyendo y ampliando. ¿Qué sigue con vida en esta profesión?

Hace 40 años empezábamos a  ocupar los lugares que dejaban quienes hacía 40 años ejercían el periodismo. Aquellos hombres y mujeres que habían dedicado toda una vida a esta profesión entraban a los años ´80 sacudidos por los cambios tecnológicos. En muchos casos, fue esa revolución la que los dejó sin armas técnicas para seguir trabajando. Dejar de colocar letra por letra de molde y plomo para armar cada noticia antes de imprimir fue la daga del offset para muchos empleos. Las primeras computadoras arrasaron con las teclas de las Remington y Olivetti. Los grabadores aniquilaron los cuadernos y lapiceras. Los cassettes VHS patearon a los rollos de filmación. Las teletipos dejaron de picotear en las redacciones. Las fotos digitales cerraron los cuartos de revelado. Los carreteles de cinta abierta no dieron más vueltas en las salas de operadores. Los teléfonos atornillaron en sus asientos a las redacciones.

Quienes nos dejaron la posta hace 40 años contaban lo mismo de cuando ellos ingresaron al periodismo. De las transmisiones con equipos a válvulas, de las operadoras y llamadas a larga distancia, de los teléfonos públicos, de la sección Tipeo, de las máquinas rotoplana antes de la llegada de las rotativas de impresión.

El ejercicio del periodismo vivió de lleno cada una de las revoluciones tecnológicas que sacudieron al mundo del trabajo y a la vida cotidiana. Antes, ayer y hoy. Centrados como uno de los ejes de las comunidades, los medios de comunicación también ampliaron sus coberturas, su influencia y se puede decir que democratizaron su acceso.

Hace 40 años la radiofonía comenzó a estar más cerca de la gente, al menos en la posibilidad de montar una estación con equipos y tecnología que no era privativo de las grandes cadenas radiales. La irrupción de la Frecuencia Modulada semilló radios de todo tipo, desde comerciales, musicales, comunitarias, educativas hasta unipersonales.

La digitalización progresiva de revistas y diarios, el armado de páginas y productos a través de computadoras, el color en el papel y la transmisión satelital de datos y comunicaciones, fue también una puerta para ampliar el acceso y creación de fuentes informativas y ejercicio del periodismo.

Entramos a los ´90 en la proa de una revolución tecnológica que hoy nos vuelve a sacudir. Fuimos la esponja y la aplanadora. La resolución en minutos de lo que en nuestro laburo antes costaba horas. La puesta al aire, la impresión, la escritura, la comunicación y el ida y vuelta con quienes recibían las noticias, se aceleró con nuestro pie derecho.

En medio de ese camino, poco antes de terminar el primer tiempo de nuestro partido, llegó la herramienta que dio vuelta la cabeza del mundo. Internet, los medios digitales, los formatos de audio, los blogs, las redes, los celulares, la aldea global con todo tipo de fronteras desintegradas.

De unos minutos con teclas de fierro pasamos a medio tiempo con computadoras y CDs, seguimos el partido con audios, fotos y textos en pequeños aparatos hasta llegar casi al tiempo adicional con la amenaza de súperrobots llamados Inteligencia Artificial que harán todo por nosotros.

No es nuestro final, como no lo fue el de quienes nos precedieron. El ser humano avanza por su naturaleza o su ambición y mientras escucha que allí está la pared donde estrolará, crea otro horizonte a conquistar.

Hace 40 años y hace 80 y hace 100, en todos los tiempos el periodismo creó o agarró a la pasada las herramientas para hacer lo que se debe hacer.

Es cierto: arrinconó y arrincona a hombres y mujeres la aplanadora tecnológica. Pero así como lo que no cambia es la pasión, también se mantiene firme la búsqueda de la verdad. En todos los tiempos y en todas las sociedades, la habitación donde se sazonan las verdades de la vida está ubicada en el centro del ser humano. Las herramientas, las tentaciones y los oropeles, ponen un zumbido de viento patagónico en las aberturas, pero –hasta ahora- no han movido sus paredes.

Así les dejamos esto, periodistas que están llegando.


Fuente: Pasó Hoy neuquen.uno recomienda los contenidos de Pasó Hoy

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