Así fue el dramático rescate de un piloto caído en el mar helado

El Veterano de Guerra contó cómo fue la misión de salvataje en una entrevista realizada en el espacio Ruta Nacional Malvinas. Lo tomó con sus manos, a ras del agua y lo llevó hasta la costa.

Las actitudes heroicas en la guerra por la recuperación de nuestras Islas Malvinas salen a la superficie y son reconocidas en el país y en el exterior. Cada uno de los que formó parte de los efectivos de tierra, mar o aire por parte de la Argentina tuvo un desempeño que hoy nos enorgullece. En muchos casos, esa heroicidad, ese coraje y valor significó salvar la propia vida, las de sus compañeros o de infringir un serio daño al enemigo, en el marco de una situación de presión extrema como es la guerra.

Pero, existen algunas situaciones donde se pone de manifiesto una decisión de superar los propios límites humanos y de las herramientas con que se contaba en el conflicto: una de ellas es apoyar los esquíes de un helicóptero sobre un mar embravecido, tomar a  un piloto caído tras eyectarse de su avión y llevarlo hasta la costa para salvarle la vida.

Cada uno de los cuatro protagonistas de esta historia ha sido reconocidos por el coraje y heroicidad demostrados en el combate. Y ninguno de los cuatro es más que el otro, aunque les hayan tocado diferentes roles en el salvataje más impactante que tuvo la guerra por nuestras Malvinas.

En nuestro espacio de Ruta Nacional Malvinas, traemos hoy la entrevista que realizamos al VGM Martín San Miguel, mecánico de helicópteros y artillero del helicóptero UH-1 H del Batallón 601 de Aviación del Ejército. El 21 de mayo, en el marco de tareas de ataque y defensa de la flota inglesa ubicada frente a Puerto Argentino, la nave volvía al mando del piloto Jorge Rodolfo (“Picho”) Svendsen, el copiloto sargento primero Santana y San Miguel. Al poco tiempo de la entrevista, Svendsen falleció en noviembre del año pasado.

El mecánico San MIguel con el piloto Jorge Rodolfo (“Picho”) Svendsen, quien falleciera en noviembre de 2022.

“Se escucha por la radio de que hay un piloto pidiendo auxilio y nos ponemos en contacto con la torre para que le indique cómo llegar a Puerto Argentino, mientras prendimos todas las luces del helicóptero para que nos ubicara visualmente”, contó San Miguel. El avión era un Douglas A-4 Q (Skyhawk) de la Aviación Naval que retornaba de averiar y hundir la fragata inglesa Ardent, con el teniente de navío José Arca como piloto.

Las alas destrozadas, sin un tren de aterrizaje, a Arca sólo le quedó tomar altura y eyectarse, para caer suavemente con su paracaídas sobre un mar helado y con olas de casi dos metros, a unos 400 metros de la costa de Puerto Argentino.

Desde el helicóptero vieron toda la escena: “Vimos que abrió el paracaídas y que el avión empezó a girar en círculos, hasta que en un momento toma dirección hacia el piloto que caía, y le pasa muy cerca, como saludándolo”, recuerda San Miguel.

Inmediatamente vuelan con el helicóptero hacia el lugar adonde cayó Arca y “nosotros no teníamos nada para rescate porque esa no era nuestra función, pero agarré las sogas para sostener las palas, las trencé y se las tiré. Comienza a subir y a medio metro del agua, se corta la soga. Vuelvo a atarlas y comienza a subir, pero nuevamente se cortan”.

San Miguel recuerda que se pusieron de acuerdo en el helicóptero para generar olas a favor de la costa con el viento que generan las palas de la nave, pero “le estábamos tirando más agua al pobre piloto, lo íbamos a ahogar nosotros”.

Entonces Arca (de quien compartiremos también su recuerdo de ese día), intenta llegar nadando hasta la costa de Puerto Argentino. “A los diez o quince metros vemos que ya no da más y mira hacia el helicóptero. Vos te das cuenta cuando una persona te mira pidiéndote por favor que lo ayudes, te dice con la mirada ´no me dejen morir acá´. Y yo pensé “no puede ser que este hombre haya salido del continente, haya combatido y tenga este final, no me entraba en la cabeza y no quería que se despidiera así”, relató San Miguel en la entrevista.

“Le dije a ´Picho´ (el piloto) que bajara que lo iba a agarrar, me desabroché el cinturón, me bajé a los esquíes del helicóptero, con una mano me agarré de esos cinturones y casi tocando el mar lo alcanzo a agarrar y le grito que se eleve que ´lo tengo´, pero una ola pega en la panza del helicóptero y se cae. Volvemos a bajar casi tocando el agua y lo puedo agarrar bien del arnés y él se agarra de mi pierna”, recordó el VGM.

“Entonces le pido a ´Picho¨que se eleve otra vez y cuando estábamos a unos cinco metros, hace el viraje para ir hacia la costa y ve que no estoy en la cabina del helicóptero y me dice ´dónde estás Negro´, cuando se da cuenta que estoy casi colgando con el piloto también colgando, empieza a renegar y decirme que vamos a ser dos bol… los que nos vamos a morir, jajaj, pero le grito que siga, que siga que lo tengo al piloto”. 

«Cuando estábamos a punto de llegar a la costa desde la  torre de control nos dicen que hagamos otros 60 metros porque ahí puede haber minas y encima el piloto se desvanece…esos momentos fueron atroces, no daba más, hasta que casi tocando tierra nos caemos los dos. Picho baja el helicóptero, prendemos la calefacción y lo abrigamos al piloto mientras llegan desde el hospital para llevarlo”.

Una cosa es vivirlo y otra contarlo. Y mucho más cuando han pasado 40 años. Por eso, algunas situaciones hoy se tornan risueñas, como cuando San Miguel recuerda que para tratar de mantener despierto a Arca comenzó a darle cachetadas y preguntarle nombre, grado, etc.

Recuerda que al otro día lo convocaron desde el Hospital: “llego, estaban los generales que me saludan y felicitan por lo que hicimos, me llevan a una de las habitaciones y me dicen ´te queremos presentar a alguien´ y ahí estaba Arca. Nos damos la mano y me dice ´asique vos sos el que me sacó del agua, te voy a decir algo: me banqué todo, salir del continente, perder a mis compañeros, que me reventaran el avión, perderlo, caerme al agua, pero no me voy a bancar las cachetadas que me diste!´, jajaja de esa forma nos comunicamos en ese momento y quedamos que una vez repuesto veríamos en un ring quién era quién, jajaj”.

El relato de Arca

El piloto José Arca que con su Douglas A-4 Q (Skyhawk) de la Aviación Naval hundió una fragata inglesa.

Por su parte, el piloto José Arca recordó en el diario La Nación lo que fueron aquellos momentos y aquí reproducimos parte de ese testimonio:

“Apenas caí al agua cometí varios errores. Yo no volaba desde hacía ocho meses. Estaba realizando el curso de Super Etendard, pero me uní a la escuadrilla de los AQ durante la guerra. Mientras descendía, me desprendí tarde del paracaídas, pero eso es que me enredé y tragué mucha agua de mar accidentalmente. Empecé a luchar para mantener la calma, pero no lo logré muy bien. Vivía el momento e intentaba resolver los problemas de inmediato. El mar estaba a cinco grados. Sabía que si me desesperaba, me moría en cinco minutos. Y si me apaciguaba, moría en diez minutos. Elegí morir en diez. Mi estado mental era de supervivencia, pero aun recuerdo muy bien que el helicóptero llegó inmediatamente. Empezaron las maniobras. Svendsen hizo lugar arriba para que yo pudiera subir. Intentaron izarme, me prendí de la soga, pero mi propio peso la cortó. Yo estaba mojado y, además, mi casco y mi equipo me hacían más pesado. Intentamos de nuevo, una segunda vez, y pasó lo mismo. Ahí empecé a nadar hacia la costa. Pero desde el helicóptero me dijeron que no lo hiciera, que la costa estaba minada por los ingleses. Seguimos insistiendo durante media hora. Yo ya no sentía mis piernas. El frío del agua me había anestesiado, pero yo todavía confiaba en mi cuerpo. Me deshice de casi todo mi equipo. El casco era tan pesado que se hundió. Me quedé flotando con nada más que la ropa que llevaba debajo del traje de piloto y con las botas. Lo que Svendsen hizo a continuación no era para cualquiera. Solo alguien con sus valores, su habilidad y su idoneidad podría lograrlo. Metió el patín del helicóptero dentro del agua. Cualquier viento podría haberlo derribado, había olas de dos metros, causando una tragedia mayor. Martín San Miguel, que estaba dentro del helicóptero, metió medio cuerpo dentro del agua. No llevaba equipo de supervivencia de agua, nada, pero se la jugó y me ayudó a colgarme de los patines del helicóptero. Volamos así hasta Puerto Argentino y, a dos metros de altura, me dejé caer al piso. La máquina no podía aterrizar porque yo estaba colgado del esquí. Mire, siempre entrenamos para misiones como esa, pero muchas veces hay que improvisar. Ese día, las falencias fueron corregidas por el factor humano. Svendsen tenía unos valores por fuera de los parámetros. Sin él, mi destino hubiera sido otro. Luego de Malvinas, siempre mantuvimos contacto. Formamos una gran amistad. Pude estar con él 24 horas antes de su muerte. Y le expresé, nuevamente, como siempre, todo mi agradecimiento”.

Aquí compartimos parte del relato de San Miguel, en la entrevista realizada en nuestro espacio Ruta Nacional Malvinas:


Fuente: Pasó Hoy neuquen.uno recomienda los contenidos de Pasó Hoy

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