Locas conspiraciones. El golpe del treinta en Neuquén (segunda parte)
El teniente estaba seguro de que quedaban cabos sueltos y que el “incendio” apenas si comenzaba a ser refrigerado. Intuía que había otros implicados en esta movida contra la soberanía, porque en definitiva se estaba poniendo en juego eso. Tenía que completar la operación y las comunicaciones no podían quedar en manos del enemigo. Ese era un punto estratégico. Pero a la vez había que reforzar la defensa de la ciudad y en ese sentido la angustia de Paterson aumentaba en la medida que no tenía noticias de Senillosa. ¿El traidor de Etcheluz habría vencido a sus fuerzas?