Cómo satisfacer los antojos sin perder la sensibilidad a la sal

Nadie duda que el azúcar tiene mala publicidad, de hecho, una búsqueda rápida en internet sirve de muestra: que es adictiva, que debe limitarse al mínimo, que causa enfermedades crónicas, etcétera. Más allá de lo cuestionable que pueden llegar a ser tales afirmaciones –y que lo importante es el patrón alimenticio y no eliminar o agregar ingredientes a la dieta– no sucede lo mismo con la sal.

“No tendemos a vigilar cuánto comemos, al menos no tan rigurosamente como con el azúcar, ni cuestionamos si estamos escuchando inocentemente a nuestros cuerpos, que necesitan un poco de sal para la función muscular básica, o si están bajo el control de una compulsión”,

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